Esta semana
el tema del regreso del servicio militar obligatorio ha tenido a todo el mundo
discutiendo sobre si debería reinstaurarse o no. Entre mis amigos debatíamos si
la medida era correcta o simplemente un atropello
a la libertad de un individuo.
“Está bien,
caracho. Así, los chibolos que no tienen
nada que hacer, que están en pandillas o
robando en algún puente, podrían hacer algo útil por sus vidas”, expresó un
buen amigo dentro de las interminables conversaciones que tenemos sobre lo que está
bien o no, en nuestro país.
¡No, pues! Quienes creen que un servicio militar obligatorio acabará con los jóvenes descarriados y pandilleros se equivocan de cabo a rabo. Este
servicio no puede ser considerado ni entendido como un reformatorio ni suplir
las grandes deficiencias y la falta de oportunidades que los muchachos, sin
recursos económicos, tienen en nuestro país. Eso es tomar el ‘rábano por las
hojas’ y no ir al problema de fondo.
Es por
ello, que esta disposición es abusiva. Discrimina, de una manera absurda,
contra los que menos tienen. La multa por no presentarse es de S/.1.850. Está claro que este decreto está creado básicamente
para que las personas que cuentes con los recursos económicos puedan evitarla. Así,
queda en evidencia que sectores socioeconómicos buscará reclutas el Gobierno.
Es decir,
un chico que pasa normalmente sus fines de semana en “eisha” o cualquier
discoteca del sur de Lima, podrá burlarse, una y otra vez, de esta cantidad de
dinero, y evitará, silbando al aire, de un lado a otro, reclutarse en el Ejercito.
En cambio, un joven que trabaja y se paga una academia pre-universitaria,
tendrá que despedirse de sus padres y hermanos y asistir a este absurdo obligado.
Entonces,
la próxima vez que opines, a viva voz, que el servicio militar debería ser
obligatorio. Pues, coge una mochila, mete toda la ropa que puedas y enlístate, obligatoriamente,
al Ejercito. Luego, has lo mismo con tus hijos, tus familiares y amigos. Si es
así, aunque tu posición me parezca equivocada, la tomaré como coherente. Si no,
de qué estamos hablando.