jueves, 28 de marzo de 2013

Un servicio no es obligatorio


Esta semana el tema del regreso del servicio militar obligatorio ha tenido a todo el mundo discutiendo sobre si debería reinstaurarse o no. Entre mis amigos debatíamos si la medida era correcta o simplemente un  atropello a la libertad de un individuo.

“Está bien,  caracho. Así, los chibolos que no tienen nada que  hacer, que están en pandillas o robando en algún puente, podrían hacer algo útil por sus vidas”, expresó un buen amigo dentro de las interminables conversaciones que tenemos sobre lo que está bien o no, en nuestro país.

¡No, pues! Quienes creen que un servicio militar obligatorio acabará con los jóvenes descarriados y pandilleros se equivocan de cabo a rabo. Este servicio no puede ser considerado ni entendido como un reformatorio ni suplir las grandes deficiencias y la falta de oportunidades que los muchachos, sin recursos económicos, tienen en nuestro país. Eso es tomar el ‘rábano por las hojas’ y no ir al problema de fondo.

Es por ello, que esta disposición es abusiva. Discrimina, de una manera absurda, contra los que menos tienen. La multa por no presentarse es de S/.1.850.  Está claro que este decreto está creado básicamente para que las personas que cuentes con los recursos económicos puedan evitarla. Así, queda en evidencia que sectores socioeconómicos buscará reclutas el Gobierno.

Es decir, un chico que pasa normalmente sus fines de semana en “eisha” o cualquier discoteca del sur de Lima, podrá burlarse, una y otra vez, de esta cantidad de dinero, y evitará, silbando al aire, de un lado a otro, reclutarse en el Ejercito. En cambio, un joven que trabaja y se paga una academia pre-universitaria, tendrá que despedirse de sus padres y hermanos y asistir a este absurdo obligado.

Entonces, la próxima vez que opines, a viva voz, que el servicio militar debería ser obligatorio. Pues, coge una mochila, mete toda la ropa que puedas y enlístate, obligatoriamente, al Ejercito. Luego, has lo mismo con tus hijos, tus familiares y amigos. Si es así, aunque tu posición me parezca equivocada, la tomaré como coherente. Si no, de qué estamos hablando.

domingo, 24 de marzo de 2013

A medio andar



"A medio andar, quedó
tendido; la mitad del camino
 consumió sus deseos, sus
 ansias y sus anhelos de
 expresar con firmeza los
nobles sentimientos que
 consigo llevaba".
                                                                                           Pabediz

Al tomar el bus por las mañanas puedo distinguir que todo va más rápido que yo.  Las personas que van más a prisa tiene un semblante distinto: el rostro magullado y rojizo, la mirada fija hacia un determinado punto  y una respiración a ritmo frenético. Concentrados en llegar, cuanto antes, a su destino, me echan una mirada desdeñosa cuando me adelantan a toda prisa.

También hay los que corren lentamente, forzado por algo que no está bajo su control. No pueden ir más rápido, ya sea por la edad, por alguna enfermedad, o por estar embarazadas. Sus ojos, casi afligidos, los delata.    

Y otros que van a medio andar, porque han encontrado su ritmo. Saben que no se trata de quién llega más rápido a alguna meta imaginaria, sino que lo importante es disfrutar del trayecto y no parar. Todo lo demás,  la falta de tiempo y que debemos adaptarnos a este mundo ya acelerado, son proyecciones de miedo, creencias e intereses subjetivos y casi siempre egoístas.

Por ello, surge “A medio andar”, porque creemos que la ruta se transita mejor despacio. Observando, poco a poco, la perspectiva que existe alrededor de uno. Y, a través de ese punto de vista, relatar historias que nos pueden suceder durante un día normal.