"A medio andar, quedó
tendido; la mitad del
camino
consumió sus deseos, sus
ansias y sus anhelos de
expresar con firmeza los
nobles sentimientos
que
consigo llevaba".
Pabediz
Al tomar el
bus por las mañanas puedo distinguir que todo va más rápido que yo. Las personas que van más a prisa tiene un
semblante distinto: el rostro magullado y rojizo, la mirada fija hacia un
determinado punto y una respiración a
ritmo frenético. Concentrados en llegar, cuanto antes, a su destino, me echan
una mirada desdeñosa cuando me adelantan a toda prisa.
También hay
los que corren lentamente, forzado por algo que no está bajo su control. No
pueden ir más rápido, ya sea por la edad, por alguna enfermedad, o por estar
embarazadas. Sus ojos, casi afligidos, los delata.
Y otros que
van a medio andar, porque han encontrado su ritmo. Saben que no se trata de
quién llega más rápido a alguna meta imaginaria, sino que lo importante es disfrutar
del trayecto y no parar. Todo lo demás,
la falta de tiempo y que debemos adaptarnos a este mundo ya acelerado,
son proyecciones de miedo, creencias e intereses subjetivos y casi siempre
egoístas.
Por ello,
surge “A medio andar”, porque creemos que la ruta se transita mejor despacio. Observando,
poco a poco, la perspectiva que existe alrededor de uno. Y, a través de ese
punto de vista, relatar historias que nos pueden suceder durante un día normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario